Debemos establecer una ética personal que separe lo
negociable de lo no negociable,
el punto de no retorno.
Walter Riso
Ayer, hoy y mañana el tema de la ética
estará siempre como tema de actualidad; aunque no sea la protagonista de
grandes titulares, ni sea tendencia de moda para los más jóvenes, es algo que
está presente como parte del subconsciente social, está en el diario vivir de
una colectividad activa y en constante avance.
En efecto, la ética forma parte de una
cultura social; pero que, no deja de estar en discusión si se aplica
correctamente o no se aplica; más aún, el considerar lo que es ético o no, sobre
todo en lo referido al campo profesional; como por ejemplo, en la rama médica y
en las especialidades que tiene que ver directa o indirectamente con la vida
humana.
Ahora bien, es indudable que, todas las
actividades profesionales, están influenciadas de alguna manera por la ética y en
este sentido Jaquelin Lira Valle (2009), nos recuerda que, “la
ética no es el conjunto de normas, ni tratados, ni leyes que
obligatoriamente debamos acatar y cumplir”, sino que, “es una orientación
armónica que nos va a ayudar a vivir la vida”, sin importar la actividad que se
realice (Párr.3).
De igual forma, se puede encontrar que la
tendencia actual es la de “obrar según ciencia y conciencia”; lo cual es un
principio universal, que se entiende humanista y aplicable a situaciones
concretas y de responsabilidad profesional, especialmente aplicable a
profesiones de contacto humano, pero que en el caso de la educación es
determinante y además debe adecuarse a las exigencias actuales de este campo.
Ahora bien, el desempeño profesional no es
más que el producto de la adquisición de conocimientos adecuados para ejecutar
una actividad de manera exitosa; la cual, necesariamente debe ser realizada de
manera consciente y adecuándose a las necesidades sociales actuales, con una
clara conciencia profesional y social.
En este sentido, resulta imprescindible en
la actualidad, esta conciencia profesional junto a lo social; colocados como
eslabones de la ética profesional e incluso de la ética en general; específicamente,
en lo que nos atañe, que es el área educativa; de manera de poder actuar con la
mayor empatía con esos estudiantes a quienes en definitiva va dirigida la labor
profesional; y no esta demás en el camino, el tratar de ser fuente de inspiración
o ser ejemplo de vida y superación personal pero de manera consiente.
Además, la consciencia profesional implica
una responsabilidad de lo que se hace, por lo que se dice, de como se dice u
opina sobre lo que se conoce o no y aquí están sobrentendidos los valores y
códigos de la profesión, que se hacen personales, según se apliquen sin
esfuerzo mientras se está ejerciendo.
En este
sentido, se puede afirmar que todas “nuestras acciones en la
vida van a ser influenciadas por la ética” y es que la ética es la que “establece
una conducta a seguir ante los hechos que cotidianamente se presentan” y los
que por supuesto se presentaran a futuro, según lo señalado por Lira Valle
(2009. Párr.4).
De manera que, en educación la ética es
parte de la concientización profesional; entendiendo que cuando se habla de
educación se habla desde la docencia termino que proviene del latín docere
‘enseñar’ y donde el profesional que desempeña la función de la enseñanza es un
docente o profesor.
Pero, este docente quien asume la
responsabilidad de transmitir un conocimiento o servir de guía en la búsqueda y
comprensión de una información determinada; es también responsable de ir más
allá y tiene en sus manos el poder de formar
en valores, con moral y por supuesto sujetos a la ética profesional.
Ahora bien, es necesario entender que “las
normas éticas o los códigos morales estén también determinados por la
naturaleza humana” y que estos; “códigos o normas morales concretas pueden
originarse en una convención social, en un acuerdo, en la elección libre de los
individuos”, según lo señala Marlasca Antonio (s.f.); puesto que, estas, normas
están dirigidas, por el o los hombres, para sí mismo o para ellos mismos (Pág. 2), de manera de lograr una
convivencia armónica, entre lo que se enseña y quien lo está enseñando.
En este sentido, cuando el docente es
plenamente consciente de su trabajo y de la labor que realiza es capaz de
avanzar con la convicción de quien forma personas que respetan la coexistencia
de los otros e incluso; del valor de su propia existencia.
Ahora bien, según indican Angulo Nerkis y
Acuña Iraima (2005) “el término ética se utiliza con frecuencia en nuestro
medio” pero ellos señalan que, “mucha gente no conoce bien de lo que se trata” en
sí, la ética profesional y por eso agregan, que, “para realizar favorablemente
esta labor, tenemos que conocer qué es la ética y cómo debe ser nuestro
comportamiento como asesores académicos”, (Pág. 2), el cual debe ir más allá de
los espacios destinados para tal fin.
Es por esto que, González (1997),
mencionado por Angulo N. y Acuña I. (2005) señala que "la ética de un
profesional no se adquiere en la práctica de la profesión, sino que se gesta desde
la formación profesional" y “es aquí [en la formación profesional] donde
los docentes debemos actuar”, según lo señalan los mismos autores (Pág. 2).
Ciertamente,
que “la ética se consolida en el momento en que los seres humanos internalizan
las normas, de tal modo que no sea preciso ningún tipo de presión exógena para
su cumplimiento”, que esta pueda fluir de manera natural, ser parte de los
acontecimientos cotidianos; según lo señalado por Angulo N. y Acuña I. (2005. Pág.
2).
Ahora bien, “términos como bueno,
responsable, justicia, igualdad y virtud son aclarados por la ética en función
del contexto donde sean formulados” e incluso de acuerdo a la época a la cual
se refiere dicho término, y los cuales deben ser trasmitidos, enseñados,
vivenciados desde la práctica misma y esto no “significa que no hay una ética
para todo espacio y tiempo” y tampoco desmiente que “haya principios éticos
presuntamente universales”, que se deben mantener, según lo indican Angulo y
Acuña (2005. Pág. 3).
Asimismo, Angulo y Acuña (2005), indican que
“como se refiere al ser humano, la ética trata con elementos intelectuales y
afectivos por lo que constituye una orientación para razonar sobre el
remordimiento y el arrepentimiento” y que además, está “debe centrarse en la
racionalidad para el control de los instintos, para el uso común del espacio
físico y los recursos materiales, para normar las relaciones entre los
individuos y grupos humanos” y que además, añaden algo muy impórtate y es que
“la ética descubre valores en todos los actos humanos”, (Pág. 4).
De igual forma, Cardona Carlos. (s.f).
señala que en todo momento “los
centros docentes y los profesionales de la enseñanza tienen que realizar su
misión educativa ‑y no simplemente instructiva e informativa‑ con los jóvenes
de hoy” pero además agrega, que entiende “que aquel norte inteligente y
efectivo para el quehacer educativo de hoy, está en el planteamiento ético de
la tarea y del objetivo del educador” (Pág. 4).
Es decir, para Cardona Carlos. (s.f)
simplemente “se trata, (…),
de ayudar a los centros y a los profesores de enseñanza media ‑especialmente a
ellos- a no perder de vista que su meta es la de formar hombres íntegros,
personas: [y] por tanto, restituir a la norma ética su primacía! (Pág. 4) de
manera, más inteligente; pero sin olvidar que la ética es más sistemática,
cuando es más humana.
Ya para terminar, Angulo y Acuña (2005)
señalan que según “se considera de suma
importancia la toma de conciencia [profesional] en cuanto a que la vivencia de
lo valores (la educación, la libertad, la dignidad)”, forman parte del quehacer
educativo y que, “es auténticamente esencial para ayudar a los profesionales de
la docencia a fundamentar con razones de carácter ético las decisiones que han
de tomar”, (Pág. 9).
BIBLIOGRAFIA
Angulo Nerkis y Acuña
Iraima. (2005). Ética del docente.
Recuperado de:
Cardona Carlos. (s.f). Ética del quehacer educativo. Recuperado
de:
Lira Valle, Jaquelin
(2009). Ética. Recuperado de:
Marlasca
Antonio (s.f.). El origen de la ética:
Las raíces evolutivas del fenómeno
moral en F. J. Ayala. Recuperado de: 11Origen de la
etica.pdf.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
González (1997)
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