viernes, 30 de marzo de 2018

Saber, con visión didáctica

El saber didáctico es necesario al profesorado e imprescindible para los maestros.
Antonio Medina Rivilla y Francisco Salvador Mata


     La asignatura Didáctica de la Educación de la Universidad Nacional Abierta mediante el Plan de Curso (2017), indica que este “se diseñó como un curso innovador en su constitución” el cual, lleva “al estudiante a asumir un papel más activo en la comprensión y aplicación de las teorías que se discuten en el curso” (Pág. 4).
     En este sentido, para poder asumir ese papel activo de la comprensión y aplicación de las teorías, que señala el Plan de curso, es importante revisar estos planteamientos; por lo tanto, en este ensayo, denominado Saber, con visión didáctica; se requiere, primeramente establecer, los diferentes tipos de saber; así como, demostrar la importancia de estos saberes en la planificación educativa; es por esto, que es necesario mantener fija la visión didáctica y su importancia, en la planificación de la enseñanza y el aprendizaje.
     De igual forma, es importante revisar la información sobre la modelización del saber con respecto a la didáctica y la importancia que esta tiene en la educación; de manera, de determinar una nueva tendencia en la planificación del acto didáctico; así que, para concluir con la estructura del ensayo y cumplir con la competencia global del Plan de Curso UNA (2017),  la cual, demanda analizar “el sistema didáctico a través de las diferentes teorías de la asignatura” y deducir o “inferir modelos teóricos que () permitan aplicar y mejorar la planificación de la enseñanza y el aprendizaje” (Pág. 17) se estará cerrando, con una reflexión personal, sobre los temas tratados.
    Así que, es importante iniciar, analizando el sistema educativo y su largo recorrido de aprendizaje/enseñanza, a través de las teorías existentes sobre el saber o los saberes a nivel didáctico; pero, es aquí donde Alfaro Carvajal, Cristian y Chavarría Vásquez, Jesennia (2012), señalan que este, no es un largo recorrido; ya que es solo "a partir de () investigaciones realizadas por Chevallard y posteriormente por investigadores de la Escuela Francesa, que el saber se constituye en un objeto de análisis como un nuevo integrante del sistema”; indicando, que estas hipótesis, en su recorrido, aun no llega a las cuatro décadas; ya que, antes de 1980, “los análisis teóricos sobre el sistema didáctico se enfocaban en las interacciones únicamente entre el docente y el estudiante” y es solo a partir de estas investigaciones que iniciara Chevallard, (1980) las que señalan, que “el sistema didáctico está constituido por el docente, el estudiante y el saber”, (Pág. 2).     
     Pero, como indica Chevallard (1980), mencionado por Gómez, Miguel Ángel (s.f.), “cada año, al momento del inicio del año escolar, se forma un nuevo sistema didáctico” ahora, constituido por el triángulo de “el saber, el docente y el alumno, alrededor del programa (que va entonces a designar el saber a enseñar)” y “un nuevo contrato didáctico se renueva anualmente entre un docente y sus alumnos” (Pág. 6) el cual, permite continuar el ciclo de aprendizaje/enseñanza.  
     Ahora bien, para entender este nuevo contrato que se renueva y da inicio en cada periodo escolar y el cual designa el saber a enseñar, es necesario analizar lo que indican Alfaro C. Cristian y Chavarría V. Jesennia (2012), que es “a partir de las ideas de Chevallard (1980), [que] se plantea la transposición didáctica a través de dos procesos [que son] la contextualización y la descontextualización” inicialmente de un saber erudito y a la par de un saber a enseñar, en “un saber erudito que debe ser descontextualizado para su publicación y su transformación en un contenido a enseñar” y en “un saber a enseñar, que debe a su vez sufrir un proceso de contextualización, para instituirse en un saber enseñado” (Pág. 3).
     En este sentido, Chevallard (1980) mencionado por Alfaro Cristian y Chavarría, Jesennia (2012), señala que se “presupone una clara diferencia (necesaria) entre el saber científico o erudito y el saber que forma parte del sistema didáctico” ya que, “la legitimidad de éste último depende de la relación que establezca desde el punto intermedio entre el saber de los académicos (saber sabio)” y lo que se conoce como “el saber banalizado que forma parte de la cultura y en específico, de los padres de familia”, es decir del entorno donde se desarrolla, este saber(Pág. 4).  
     Por su parte, M. Caillot (1996) mencionado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012), señalan que “es Chevallard, [el primero que] habla del ‘saber sabio’ o, de una manera más general, del `saber`” designado como el saber a enseñar y esto solo “deja sobrentender dos cosas: de una parte, que existe un saber, y de otra parte, que éste es único, ya sea el saber sabio o el saber simplemente” como saber (Pág.12).
   Asimismo, señalan Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012), que Joshua, (1996) también, mencionado por ellos, añade al respecto, algo importante y es “que los saberes sabios cualquiera que sea la manera de definirlos, no son los únicos a transmitirse por una enseñanza intencional” y por tanto el distingue otros saberes; “los primeros son aquellos que él denomina saberes prácticos, adquiridos en el “aprendizaje silencioso”, en referencia a Pierre Bourdieu”, estos son: “los saberes para los cuales no hay un momento localizable, en el que una institución tiene intencionalmente la tarea de este aprendizaje” y estos saberes prácticos, tienen a su vez tres características, las cuales son: primero “es un aprendizaje muy importante, inclusive esencial; [segundo] sin patología o accidente, (…) [y tercero] es un aprendizaje muy difícil, [donde] no se dispone de un modelo teórico”. (Pág. 22).  
     De igual manera, para Joshua (1996), citado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012), señalan que existe otro tipo de saber, que es el saber silencioso y que “estos aprendizajes silenciosos se efectúan `por inmersión`”, además, aclara que “la mayor parte de los saberes humanos, los más fundamentales son aprendidos de esta manera, por inmersión” y que estos aprendizajes realmente, “no pasan por los sistemas didácticos” es decir, “no pasan por la escuela” (Pág. 22), se incluye aquí los saberes heredados.  
     Pero, según indican Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012), “existe al lado de estos saberes, otros saberes que necesitan un aprendizaje explícito [y] Joshua los llama saberes técnicos”, pero “la gran mayoría de estos saberes técnicos se aprenden en condiciones `dispuestas en el ambiente`” es decir “todos los saberes técnicos son candidatos a entrar en las escuelas” y estos saberes no son más que “el conjunto de los objetivos de aprendizaje localizables que necesitan de un estudio sistemático con miras a su domino” según lo señala (Joshua, 1998) mencionado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág. 23).
      De igual forma, “existen saberes relacionados especialmente con las prácticas sociales, incluso las prácticas sociales del lenguaje, que no pertenecen forzosamente al saber académico, elaborado por la comunidad científica” y es aquí donde, “las prácticas sociales se encuentran, de esta manera, en igualdad con el saber universitario como fuente posible para la construcción de un contenido de enseñanza” según lo señalan Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág.12 y 26).
     Sin embargo, según indica Meirieu (1993), inspirado por Comenius, mencionados por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012) “se trata de extraer los saberes múltiples y desordenados de las situaciones sociales en donde ellos han sido producidos para presentarlos de manera sistemática y por orden de complejidad creciente” por supuesto que esto “en lo que concierne a la didactización de los saberes” (Pág. 26); con la finalidad de sistematizarlos por orden de complejidad a favor de la adquisición de conocimiento.
     Ciertamente, en esta `didactización de los saberes se encuentra “la noción de contrato didáctico [y este] da cuenta de las modalidades como se establecen, al interior del sistema didáctico” pero “sobre la base de un asimetría constitutiva, [donde se encuentran] las relaciones entre el docente y el alumno, los lugares de cada actor frente a los saberes enseñados y a sus actividades”, esto según lo señalado por Petitjean (1998), mencionado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág. 29).  
     Claro está, que este elemento del contrato, dentro de los saberes, solo se va a cumplir, “en el momento en el cual, se cuente con una noosfera integrada por especialistas en las áreas de la disciplina y enseñanza, que analicen los programas de estudio y los actualicen” pero, “considerando no solo el saber científico, sino los factores de demanda social y factibilidad” los cuales van a ser generados por el resultado de la información recogida por dichos especialistas  y solo entonces “se contará con un sistema educativo atractivo y de mayor coherencia”, esto según lo señalado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág. 15).
     De igual manera, Gómez M. Miguel Ángel (s.f.) señala que existe un sistema denominado “la noosfera [y esta] se compone simultáneamente de representantes del sistema de enseñanza y de representantes de la sociedad” estos son: “miembros de la asociación de docentes, profesores, padres de alumnos, especialistas de la disciplina que militan alrededor de su enseñanza, [y/o] representantes de los organismos políticos” así que, la noosfera según lo indica Chevallard (1980) mencionado por Gómez Miguel (s.f.) no es más que “la esfera de gentes que piensan”, analizan y actualizan los programas de estudio con la finalidad de corregirlo o mejorarlo según sea el caso (Pág. 7).
     Entonces, quiere decir, que al interior del sistema didáctico y dentro de esta noosfera educativa, se encuentran los proyectos o programas de estudio los cuales simplemente forman parte de “una formulación hipotética de los aprendizajes, que se pretenden lograr en una unidad didáctica de las que componen el plan de estudios” y este es el documento “que marca las líneas generales que orientan la formulación de los programas de las unidades que lo componen” según lo indica Pansza, M. (1986) citado por Murillo Pacheco Hortensia. (s.f. Pág. 4).
     Al respecto, Casarini, (1999), citado por Murillo Hortensia. (s.f.) indica, que “el plan de estudios y los programas son documentos guías que prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios para llevar a cabo por parte del maestro y sus alumnos para desarrollar un currículum” y según Coll, (1992), también, mencionado por Murillo Hortensia (s.f.) el currículum, es considerado “como el proyecto que preside las actividades educativas escolares, [el cual] precisa sus intenciones y proporciona guías de acción adecuadas y útiles para los profesores que son responsables directos de su puesta en marcha” (Pág. 3 y 4).
     En este sentido, “se pueden inferir las concepciones de aprendizaje, conocimiento, etc., a partir de los objetivos de aprendizaje, de la organización, secuencia y continuidad de las materias” y estos, a su vez “deben tener una fundamentación derivada del currículum formal, de la cual emana la organización de todos los elementos que lo integran” y de la esfera de gentes que piensan; es decir, de la noosfera, según Murillo Hortensia. (s.f. Pág. 4).
     Pero, en esta noosfera de saberes, las guías que señalan ese rumbo educativo, son el plan de estudio y los programas de estudio, “documentos guías que prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios para llevar a cabo por parte del maestro y sus alumnos para desarrollar un currículum” exitoso, según lo señala Casarini, (1999), mencionado por Murillo Hortensia. (s.f. Pág. 3).
     De la misma manera, Glazman e Ibarrola (1978) mencionados por Murillo Hortensia. (s.f.) señalan que “el plan de estudios es la síntesis instrumental mediante la cual se seleccionan, organizan y ordenan, para fines de enseñanza, todos los aspectos de una profesión que se considera social y culturalmente valiosos, [es decir] profesionalmente eficientes” (Pág. 3).
     Ahora bien, si el plan de estudio y los programas de estudio son las guías a seguir en la planificación didáctica de los saberes, se puede decir que es “el diseño de actividades de aprendizaje [el que] requiere del conocimiento de lo que se espera que aprendan los alumnos y de cómo aprenden” de “las posibilidades que tienen para resolver los problemas que se les plantean y qué tan significativos son para el contexto en que se desenvuelven” y esta va a tener “su importancia cuando la vemos como una oportunidad de plantear situaciones desafiantes que sirvan como detonante para el logro de los aprendizajes esperados” así como, “el desarrollo de las competencias y la obtención de los estándares curriculares”, según lo señala, Pérez Bernabé Jorge (2014. Párr. 3 y 2).  
     Y es que, “la planificación didáctica, es uno de los elementos indispensables de la práctica docente que influye en los resultados del aprendizaje de los alumnos” y “con base en el perfil de los escolares de hoy, caracterizados por su dinamismo y versatilidad, los maestros ya no pueden centrar sus prácticas en la enseñanza de contenidos” tampoco “pueden improvisar y [menos pueden] carecer de organización de las actividades o ver la planificación didáctica [solo] como un requisito administrativo” que se encuentra “plasmado en un buen formato o carta descriptiva” según, Pérez B. Jorge (2014. Párr. 1).
   Ahora bien, “la planificación educativa es un proceso continuo y sistémico de construcción colectiva” cuya importancia es “determinar los fines de la escuela y su concreción pedagógica, sobre la base del análisis de los documentos legales que orientan las políticas educativas”, así como de “organizar, diseñar, implementar, direccionar, coordinar, evaluar y sistematizar acciones y actividades que permitan el desarrollo del proceso de aprendizaje” esto, para garantizar “la transformación y la apertura de la comunidad en el quehacer de la escuela” y así, poder “proyectar su acción social y pedagógica en el proceso de formación de ciudadanía”, según indica la UNA (2007. Pág. 3).  
    Pero, en este proceso continuo de construcción colectiva, se hace necesario visualizar las representaciones internas y externas que se tienen del conocimiento; así como, saber que clases de procesos determinan el uso y creación de modelos mentales y de discursos que los describen, sean estos conceptuales o físicos; también es necesario, entender esa intencionalidad descriptiva y el uso de una modelización, como estrategia de enseñanza aprendizaje.
     En este sentido, indica Céspedes Guevara, Nelly (s.f.), que se puede considerar a la modelización “como el eje central de los procesos de enseñanza y aprendizaje de una disciplina”, y que está modelización, “establece las características de contexto de un fenómeno y su posterior análisis, detallando los elementos esenciales para la interpretación de su ocurrencia”; del mismo modo, Acher (2007), mencionado por Céspedes, “afirma que la modelización es un proceso que permite el uso de experiencias y percepciones previas sobre el fenómeno estudiado” (Págs. 4 y 3).
   Es decir, la modelización como estrategia de enseñanza aprendizaje se permite hacer uso, de cada una de las experiencias vividas, así como, de las percepciones y de la manera de visualizar aquellas representaciones que se tienen del conocimiento; sean, estas internas como los conceptos, las nociones, etc. Incluso la visualización de las fantasías e imágenes mentales; o como las representaciones externas, que son de carácter público y que mayormente son producto de la acción intencionada o no de las personas y del contexto vivido.
     Ciertamente, “los procesos de conocimiento están ligados a la necesidad de percibir una nueva mirada de la enseñanza/aprendizaje”; esto, según lo indica Céspedes Guevara, Nelly (s.f.); aclarando, que en este sentido, vale la pena preguntarse “en dónde quedan los avances a partir de las experiencias de los estudiantes” y de esas “construcciones significativas que se generan en la construcción de procesos de modelización” ya que todos, “los procesos de conocimiento están ligados a la necesidad de percibir una nueva mirada de la enseñanza – aprendizaje" (Pág. 6). 
      Y es que, la modelización se convierte entonces, en “una herramienta de trabajo en los escenarios de enseñanza y aprendizaje”, esto según lo señalado por Céspedes G. Nelly (s.f.), y esta herramienta, “aporta una serie de aspectos tanto teóricos como prácticos” con “los cuales [se] proveen las estructuras necesarias que identifican las características de análisis de los fenómenos estudiados. (Pág. 5).  
     De igual manera, en “todo este tipo de situaciones de enseñanza y aprendizaje [se] contempla un propósito” el cual, “va ligado con la intencionalidad de la práctica educativa, lo que permite vislumbrar la necesidad de una producción de conocimiento que se destaque en la observación de la realidad”; es decir “en la comprensión de los fenómenos de la naturaleza” y “desde la organización de saberes integrados en contextos reales” según, lo indica Guevara, Nelly (s.f. Pág. 7).
     Ahora bien, de acuerdo con, Schwarz (2009), citado por Guevara, Nelly (s.f.) todos “los procesos de modelización científica incluyen dos dimensiones que combinan lo teórico con lo práctico” lo cual indica que estas “son herramientas que permiten `predecir y explicar` los eventos que suceden al interior de un fenómeno”, (Pág. 1) de manera de brindar anticipar y señalar las respuestas necesarias con el proceso.   
     En este sentido, la modelización como proceso, permite las experiencias y percepciones sobre el fenómeno estudiado; esta también, permite “establecer comparaciones que proporcionan un esquema de generalización del contexto”, es decir, la visión general del panorama educativo, en donde se “busca consolidar y contrastar un determinado modelo a través de la generación de preguntas” las cuales son “consideradas como el eje central de la explicación del fenómeno” según lo indica Guevara, Nelly (s.f. Pág. 3)  
     Entonces, la modelización, va a generar “elementos de trabajo para la construcción de contextualizaciones” y “de fenómenos, conducentes a la explicación de los procesos de adquisición del conocimiento científico”, esto quiere decir, que cuando se lleva a cabo “un buen ejercicio de modelización [este] puede proporcionar la ruta clave de comprensión de cualquier fenómeno”, según lo señala Guevara Nelly (s.f. Pág. 4). 
     De manera que, la modelización del conocimiento se representa de forma sencilla, como un sistema el cual se concentra en un punto o momento específico, donde los aspectos que lo conforman como: objetos, eventos o ideas que van a estar en una escala muy diferente, con la cual, son normalmente percibidos; pero esta modelización, también pueden representarse como entidades abstractas las cuales pueden hacerse visibles.
      Ciertamente, se debe tener muy en cuenta que en esta modelización, “el tiempo de aprendizaje es muy distinto al tiempo de enseñanza” no obstante es necesario aclarar que, “esta diferenciación no se hace explícita por el enseñado y más bien por el contrario” es “la ficción del tiempo didáctico” [la que] es necesaria para el proceso didáctico” y es esta ficción la que permite su eficacia, según lo señalado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág.8).
     En este sentido, el proceso en “el tiempo didáctico está determinado de alguna manera por el texto del saber” es decir, esa “programación que el docente establezca para cada contenido que desea abordar" y “la distribución de temas que establezca el libro de texto que utiliza” son “los que “condiciona[n] la relación saber/duración en el proceso didáctico” según lo señalado por Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág. 8).
     Igualmente, Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012), señalan que “ese tiempo establecido por el texto del saber, que Chevallard, en el año 1980, denomina tiempo legal, es tan solo una norma que regula la aceleración” la cual, va a servir “de guía del progreso didáctico” pero que “es a la vez un freno”, de aquí, que la modelización con sus características y regulaciones establece parte de este contexto. (Pág. 8).
     Ahora bien, se entiende que con los saberes “el tiempo de enseñanza es en realidad una ficción, existe por tanto un tiempo real en el sistema didáctico, que es precisamente el tiempo de aprendizaje” pero “nos podemos percatar de la existencia de esta dicotomía” que se observa en este tiempo de aprendizaje; específicamente, “cuando después de haber enseñado un tema algunos estudiantes realizan preguntas que evidencian su desconocimiento” del tema tratado, según lo señalan Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág.8).
     Así  que, cuando algunos estudiantes realizan preguntas que evidencian su desconocimiento, “en ocasiones como docentes, ante tal situación, procedemos a ignorar [erróneamente] el problema y continuar con nuevos conocimientos” todo esto, “con la esperanza de que el bloqueo de esos estudiantes pueda subsanarse en la evolución y desarrollo de otros saberes” según lo indican Alfaro Cristian y Chavarría Jesennia (2012. Pág. 8).
    Pero, es justo aquí, cuándo estos estudiantes que realizan esas preguntas muchas veces, incomodas y en las cuales se pone en evidencian que no han alcanzado las competencia o el conocimiento necesario, que se ha suministrado; que llega el momento oportuno de corregir estos viejos errores, tomando en cuenta que existe el interés y la motivación sobre el proceso de adquisición de conocimiento e investigaciones, que apoyan tal información y aunque mucho se ha dicho y seguramente mucho mas se seguirá escribiendo sobre esta esfera de conocimiento denominada noosfera y de todos los fenómenos, conducentes del proceso de enseñanza/aprendizaje, se hace necesario acudir a la experiencia personal de los saberes adquiridos, para obtener dicha respuesta.
     Así que, es aquí donde la planificación toma su mayor importancia y es cuando la vemos como una oportunidad que admite plantearse situaciones desafiantes, que puedan convertirse en el detonante, que permita obtener el logro de los aprendizajes y saberes esperados y además, que también permita el uso de esas experiencias, percepciones y conocimientos previos sobre el fenómeno estudiado
     Es por ello que, en este proceso de trasmisión de conocimiento, sea cual sea el conocimiento que se tramite, este se va a dar, desde aquel que tiene o posee un conocimiento, hacia aquellos que lo están adquiriendo; es decir, del que enseña, hacia el que aprende y en esta ruta una vez internalizado el aprendizaje, por supuesto, que va a ocurrir una transformación de ese información, Céspedes (s.f.) señalaba, que estos procesos de conocimiento están ligados; sin más, a la necesidad de brindar una nueva mirada a lo que ya sabemos sobre la enseñanza - aprendizaje
      Ahora bien, se debe recordar que no todos los conocimientos, son formales es decir, no todos se reciben en las aulas de clases, muchos vienen de la experiencia, pero tampoco, estos conocimientos tienen que ser teóricos, ni viajar en forma directa desde la fuente misma del saber; estos conocimientos muchas veces se trasforman, evolucionan o se adaptan; según quien lo esté recibiendo, como lo esté recibiendo e incluso en que momento, personalmente histórico se lo estén apropiando.
     Para terminar, es importante saber que esta triada formada por el que enseña (docente), el que aprende (alumno) y lo aprendido (el saber), están dentro de las diferentes situaciones, que regulan o norman la enseñanza/aprendizaje; es decir, los modelos que sirven de guía para mejorar dichos procesos y transformarlos en un sistema didáctico.
     En pocas palabras, se tiene que, los objetos de enseñanza son el resultado de una construcción constante que permite una verdadera transformación hacia el conocimiento y estos, junto con el saber enseñado; académico, erudito y el saber sabio, cómo herramientas de aprendizaje/enseñanza, como fuente de conocimiento, son los que van a determinar la transformación real de los saberes hacia un saber único.
     Finalmente, el saber con visión didáctica, no es más que entender sobre la enseñanza/aprendizaje; entender eso que señalaba Verret (1975), de la transmisión de conocimiento de aquellos que saben algo a aquellos que no lo saben; es decir, de aquellos que han aprendido ese conocimiento a aquellos que aprenden y en este sentido privilegiando el saber único y la continuidad de lo enseñado.
    















BIBLIOGRAFIA

Alfaro Carvajal Cristian y Jesennia Chavarría Vásquez (2012). La transposición
     Didáctica: un ejemplo en el sistema educativo costarricense.  Recuperado  
     de: Dialnet-LaTransposicionDidactica-5381222.pdf  
Céspedes Guevara Nelly Yolanda (s.f.) Modelos y modelización como  
     estrategia de producción de conocimiento en la enseñanza de la mecánica 
Gómez M. Miguel Ángel (s.f.) La transposición didáctica: historia de un
     concepto. Recuperado de:    
Murillo Pacheco Hortensia. (s.f.). Curriculum, Planes y Programas de Estudios.
     Microsoft Word - curriculum,planes y programas HM.doc
Pérez Bernabé Jorge (2014). Importancia de la planificación didáctica. México  
Universidad Nacional Abierta. (2007). Lectura 8: la planificación educativa del   
     sistema educativo bolivariano Recuperado de  
Universidad Nacional Abierta. (2017). Plan de Curso. Venezuela, 
     Recuperado de: Elprocesodeensenanza.pdf


REFERENCIAS


Caillot                     (1996)
Coll                         (1992)
Chevallard              (1980)
Comenius
Gomezcuello, Mariuxi (2013)
Meirieu                   (1993)
Petitjean,                (1998)
Pierre Bourdieu  

Pansza, M.             (1986)  

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